lunes, 3 de diciembre de 2007

Rompes la botella en la cabeza de la prostituta

Te dejas llevar una vez más por el gusto por la ultraviolencia y, al grito de "Muere, maldita gentil", le estrellas la botella en la cabeza a la prostituta, que no se lo esperaba. Cae al suelo, posiblemente muerta. El enano del piano chilla de forma estridente. Todo el mundo te mira. Un parroquiano alza una silla sobre su cabeza y te la arroja. La esquivas y le da al camarero. Pronto estás en medio de una orgía de muerte y destrucción y te preguntas si no habría bastado con decirle a la prostituta que te dejara tranquilo. Aprovechas la confusión para arrastrarte hasta la salida, pero te encuentras al enano en la puerta. Intentas esquivarlo, pero los años pasados en el circo hicieron de él un superhombre, aunque de talla reducida. Te salta a la pierna y te muerde. Gritas de dolor y estrellas al enano contra la pared. Repetidas veces, hasta que revienta. Después, huyes corriendo a casa. Por fin ha parado de llover.

Una semana después, mueres por la tularemia que te pegó el enano al morderte.

FIN

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Vuelve al principio y elige de nuevo.

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