domingo, 2 de diciembre de 2007

Te alistas

Llevas dos semanas en Irak, con el ejército polaco. Has comprendido que la guerra desune a los hombres, sobre todo los coches bomba, que te desunen en pedacitos. Tus compañeros te miran mal, quizás porque eres judío. Los iraquíes no te miran mucho mejor, quizás porque eres judío. Puede que eso también tenga que ver con lo que te dice un día el sargento: que te has presentado voluntario para cumplir una difícil misión. La misión, te explica, consiste en vigilar durante la noche la única palmera datilera de esta parte del desierto. El prestigio de Polonia y la dieta de sus soldados están en juego, así que será mejor que no fracases.

Te conducen al lugar en un vehículo blindado. Cae la tarde cuando llegáis. El vehículo blindado se marcha y tú te dedicas a inspeccionar el lugar. El ejército ha levantado alrededor de la palmera una endeble valla de madera, para evitar las incursiones de los bandidos chiíes. Claramente, esta misión es una putada y te planteas que en realidad lo que pretenden es librarse de ti. Esta posibilidad cobra fuerza cuando descubres que tu fusil no está junto con el petate, cuando recuerdas perfectamente que lo cogiste. Oscurece pronto en el culo del mundo.

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- Coges un palo y te lo pones al hombro. De lejos darás el pego.
- Dejas tu puesto y vuelves por el fusil.

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