domingo, 2 de diciembre de 2007

Rematas al médico

Golpeas con saña su cabeza, hasta que parece pulpa. Por si acaso, todavía das unos cuantos golpes más. Después sales al pasillo y caminas por él con destino incierto. Te encuentras un señor en una camilla, inconsciente (el señor, no la camilla). Rebuscas en sus bolsillos y le quitas lo que lleva encima. Por suerte, nadie te ve hacerlo.

Sales a la calle. Amanece. La suave brisa de la mañana acaricia tu ajado rostro. Entonces ves un coche de policía aparcado a pocos metros de ti. Buscando esconderte, entras en una especie de oficina de información que hay al otro lado de la calle. Resulta que es una oficina de reclutamiento. Detrás de un escritorio, un militar te observa.

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- Te alistas.
- Pensándolo bien, la policía no da tanto miedo.

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