Pones las manos en su cuello y empiezas a apretar, pero Mel Brooks fue criado por monjes shaolín y, con una hábil maniobra, se zafa de tu intento de asesinato. Murmuras una torpe disculpa: "perdone, he resbalado". Pero ya es tarde, Mel Brooks te atraviesa el corazón con su bastón y mueres en un callejón sin salida de la ciudad de Cracovia.
FIN
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Vuelve al principio y elige de nuevo.
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