lunes, 3 de diciembre de 2007

Incendias el campamento

"Estos gitanos son capaces de robarme, ¿para qué correr riesgos?", te dices. Así que te escondes entre la maleza y esperas pacientemente a que se retiren a dormir, pues sabido es que los gitanos son gente bullanguera y no se acuestan hasta tarde, ya que no tienen que trabajar al día siguiente. Cuando por fin reina la calma, te aproximas sigilosamente, amparado en la oscuridad. Coges una de las muchas antorchas que hay repartidas por el campamento y te dedicas a prender fuego a tiendas y carromatos. Pronto todo está en llamas y hombres, mujeres y niños arden y mueren entre insufribles dolores. Aprovechando la confusión reinante, robas algo de comida y bebida y te sientas en una loma cercana a contemplar el espectáculo mientras disfrutas de tu botín.

Cuando todo ha acabado, te sientes un hombre nuevo y decides marcharte. ¿Pero dónde ir?

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- Vuelves a la ciudad.
- Te escondes en el bosque.

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