domingo, 2 de diciembre de 2007

Dices que sí

Cubierto de la roja sangre de tus enemigos, y con tu larga barba hebraica, bien puedes pasar por Santa Claus, así que pronuncias un adusto "sí" que llena de jolgorio los infantiles corazones de los marines. Pronto estás en su base, con soldados curtidos en mil batallas sentados en tus rodillas pidiéndote diversos juguetes. Tú dices que sí a todos, menos a los que se han portado mal y han torturado más de la cuenta a los prisioneros de guerra, que con esos te haces de rogar un poco.

Reina la felicidad en la base militar estadounidense y todos duermen estupendamente esa noche, sobre todo tú, que duermes como si te hubieran drogado. De hecho, cuando despiertas 24 horas después en un laboratorio secreto del Área 51, te das cuenta de que era algo más que una sensación.

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- Dejas que experimenten contigo.
- Intentas escapar.

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