viernes, 3 de octubre de 2014

Dejas tranquilo al falso Herralde

¿Qué pinta el insigne editor en un parque madrileño a estas horas? De tener la súbita necesidad de alimentar a las palomas en un parque, lo haría en Barcelona, que le queda mucho más cerca. Está claro que el asesinato no le ha sentado nada bien a tu salud mental. Este anciano del parque no es un gigante (de la edición) ni un molino de viento, sino simplemente un señor mayor que da de comer a las palomas. En todo caso, podrías quejarte de que este anciano sea un estereotipo, pero a ver si te crees que la tercera edad de la ciudad está aquí para distraerte con originalidades. 
Sintiéndote culpable, dejas de mirar al anciano, que un rato después se levanta del banco y se marcha, seguramente a casa. Pronto oscurece y el parque se convierte en un lugar tenebroso, más propio de una película de la Hammer (pero con mejores decorados). Escuchas ruidos animalescos en la oscuridad y te imaginas que son las erratas de tu novela, que se arrastran entre la maleza, prestas a devorarte. Es un pensamiento poco tranquilizador, así que intentas razonar. Quizá sean yonquis, piensas. O neonazis. O yonquis neonazis, si es que existe eso. 
Te pones en pie de un salto casi olímpico cuando escuchas un chasquido a pocos metros de ti. 


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