viernes, 3 de octubre de 2014

Dejas que lea tu novela

—Esto es maravilloso —dice tras unos minutos de lectura—. Es como si no siguiera usted ninguna norma lógica. Parece el collage de un perturbado. 
Te encoges de hombros, dudando qué responder. 
—Encajaría a la perfección en nuestro catálogo. Ya estoy imaginando la reacción de los críticos: «La editorial Clochard revoluciona la literatura patria con una obra terrorista». 
—Quiero un millón de euros en billetes pequeños —estás a punto de decir, pero se te adelanta.
—Hay un pequeño inconveniente, claro. Y es que no tiene usted nombre. Además, su cara es muy anodina. ¿No le han dicho nunca que tiene usted un rostro soporífero? Y hoy en día la literatura es sobre todo marketing
—Oiga, ¿y qué pasa con el arte? 
—No me sea comunista. Ya no hay lugar para las ideologías en este mundo globalizado. Mandan los mercados, que quieren leer a tipos atractivos, aventureros, famosos. Rollo Indiana Jones. O James Bond. Y no parece usted ni lo uno ni lo otro. 
Bajas la cabeza. Tiene razón. No sabes manejar un látigo ni seducir hermosas mujeres a golpe de Martini con vodka. 
—Le diré lo que podemos hacer. Yo me llevo su novela y la publico a nombre de un escritor de la casa. Si va bien, le daremos a usted un porcentaje de los beneficios. La cantidad exacta ya la determinaremos más adelante. ¿Qué le parece? 


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